San Cristóbal, R.D. – En tiempos donde la modernidad avanza con rapidez y amenaza con borrar memorias, costumbres y oficios, surge una pregunta esencial: ¿quién sostiene las raíces culturales de la República Dominicana? La respuesta no se encuentra en los grandes escenarios ni en los discursos oficiales, sino en hombres y mujeres sencillos que, con su voz, sus manos y su memoria, mantienen viva la herencia de un pueblo. A ellos se les llama portadores de tradiciones.
El programa radial Entre Libros, Cultura y Tú, transmitido por MagisFM, reunió a dos protagonistas fundamentales para comprender este fenómeno: Roldán Mármol, sociólogo, investigador y gestor cultural; y Vicky Guillén, cantante y heredera de una estirpe folclórica que aprendió desde niña a interpretar salves y atabales en la comunidad de Sainaguá.
¿Quiénes son los portadores de tradiciones?
Mármol lo definió con claridad:
> “Son los grandes tocadores, cantadores, artesanos, organizadores de cofradías y de peregrinaciones. Pero también los encontramos en la gastronomía popular y en la cocina comunitaria. Sin embargo, históricamente no se les ha visibilizado ni valorado, mucho menos acompañado. Nunca ha habido inversión económica suficiente para ellos”.
Desde la Fundación Cultural Cofradía, institución que dirige, Mármol impulsó en San Cristóbal un proyecto pionero: la creación de la Asociación de Portadores y Portadoras de Tradiciones, primera en su tipo en el país. La meta es clara: organizar a quienes sostienen las raíces culturales de la nación y devolverles la voz en el espacio público.
> “Queremos que puedan sentarse con las autoridades municipales, provinciales y nacionales a expresar sus necesidades y ser escuchados”, afirmó.
San Cristóbal: territorio de memoria viva
La elección de San Cristóbal como epicentro de este movimiento no es casual. La provincia concentra expresiones culturales de enorme valor patrimonial: el Festival de Atabales impulsado por la Fundación Sol Naciente, las cofradías religiosas, las cuevas de Pomier y los restos coloniales del ingenio Boca de Nigua, territorio cimarrón donde se escribieron páginas clave de la resistencia contra la esclavitud.
Para Mármol, la provincia tiene un destino pendiente:
> “San Cristóbal debería ser un gran polo turístico-cultural, pero esa iniciativa debe nacer de aquí. No podemos esperar que el gobierno lo designe. Es una tarea de comunicadores, gestores, intelectuales y de toda la gente que siente y defiende a San Cristóbal”.
El investigador recalcó además que la descentralización cultural es indispensable: la riqueza patrimonial del país no se limita a Santo Domingo ni a Santiago; también está en los pueblos, bateyes, lomas y comunidades rurales.
Vicky Guillén: una mujer entre atabales
La conversación tomó un giro inspirador con la intervención de Vicky Guillén, cantante folclórica que rompe barreras en un espacio históricamente dominado por hombres.
> “Se dice que es contradictorio, porque en el género femenino nos cohíben de muchas cosas. Pero desde pequeña aprendí con mi tía Sila María Reynoso en Sainaguá, escuchando salves y atabales. Ahí nació mi vínculo con la cultura”, relató.
Con su talento, Guillén ha integrado agrupaciones como Raíces Folclóricas y Los Reyes del Palo, convirtiéndose en una de las voces más potentes del folclore dominicano. Para Mármol, su presencia escénica es un ejemplo de cómo los portadores de tradiciones pueden conectar con nuevas audiencias y amplificar su impacto cultural.
Logros y desafíos
El proyecto ya ha generado resultados concretos: pensiones estatales para portadores de tradiciones en edad avanzada, entre ellos músicos de San Cristóbal, los Congos de Villa Mella, los Guloyas de San Pedro de Macorís y miembros de la Cofradía del Espíritu Santo de Cotuí, considerada la más antigua de América (1533).
Pero los retos son inmensos:
Organización comunitaria: consolidar la asociación para evitar la dependencia de voluntades externas.
Sostenibilidad económica: superar la precariedad de recursos (en dos años el plan de San Cristóbal apenas contó con 700 mil pesos).
Cobertura territorial: integrar comunidades aún excluidas como Cambita, La Cuchilla, Medina, Villa Altagracia, El Cacao y Matapaloma.
Superar el individualismo: fomentar la unión en un sector históricamente fragmentado.
> “El reto grande apenas comienza”, advirtió Mármol.
Cultura como futuro
Más que una entrevista, el diálogo se transformó en un manifiesto cultural: los portadores de tradiciones no son figuras del pasado, sino protagonistas de un presente capaz de sostener la economía naranja y abrir nuevas rutas para el turismo cultural en la República Dominicana.
En las voces apasionadas de Roldán Mármol y Vicky Guillén, San Cristóbal se reafirma como un laboratorio vivo de identidad. Allí la memoria no descansa en los libros, sino en los atabales que aún resuenan, en las cocinas de leña, en los rezos comunitarios y en las fiestas populares que sobreviven al olvido.
Más que un proyecto, se trata de un acto de justicia cultural: reconocer a quienes, sin grandes escenarios, han hecho posible que la dominicanidad siga latiendo.