Por Ramón Ramírez Franquis, Ma.
En el crisol de la democracia dominicana, los tambores de la participación ciudadana resuenan con una vibrante intensidad. El próximo 19 de mayo, este país caribeño se sumerge en una fiesta cívica de significativa trascendencia para elegir a su próximo líder, así como a los representantes que guiarán el destino de la nación.
Esta jornada electoral, no es un simple acontecimiento, pues se erige como un pilar fundamental en la construcción del futuro de la República Dominicana. Con un vigor renovado, los ciudadanos se preparan para emitir su voto con plena conciencia del poder que ostentan en sus manos. Este ejercicio cívico trasciende lo meramente político para consolidarse como la expresión más pura de la voluntad popular.
En el escenario político actual, se presentan situaciones peculiares que podrían marcar un hito en la historia del país. Ante la sorprendente cantidad de actores políticos cambiando de partido, se están sentando las bases para descubrir una oportunidad impresionante. Este proceso electoral podría ser el catalizador para aquellos que nunca antes habían considerado incursionar en la política dominicana.
El partido de gobierno y su candidato a la reelección, el Lic. Luís Rodolfo Abinader Corona, han recibido un respaldo sin precedentes de miles de personas provenientes de distintas parcelas políticas. Convencidos por la continuidad y el liderazgo demostrado, han depositado sus esperanzas en un candidato que encabeza las encuestas de las firmas más prestigiosas a nivel nacional e internacional.
Sin embargo, al mismo tiempo, esta coyuntura brinda una brillante oportunidad para aquellos que permanecieron firmes en los partidos de oposición. Estos actores políticos aprovecharán los espacios disponibles para surgir con un nuevo liderazgo en un momento crucial. Si el Partido de gobierno (Partido Revolucionario Moderno, PRM) logra ganar las elecciones con aproximadamente con el 65 por ciento de los votos, como se proyecta, su victoria será arrolladora tanto a nivel presidencial como congresual, imponiéndose sobre los candidatos contendores, entre ellos, Dr. Leonel Antonio Fernández Reyna, quien fuera tres veces presidente de la República; el candidato Lic. Abel Atahualpa Martínez Durán, que representan las principales fuerzas políticas opositoras del partido gobernante.
En un escenario donde la mayoría de las alcaldías ya fueron ganadas por el PRM, en los pasados comicios del mes de febrero, los momentos para duplicar los esfuerzos y trabajar en el fortalecimiento de las estructuras de los demás partidos políticos podría no hacerse esperar. Así, para finales de la tercera década de este siglo, podríamos estar presenciando el resurgir de un nuevo liderazgo político en la República Dominicana.
Este proceso electoral es más que una contienda política; es una oportunidad para renovar el panorama político del país y para que los ciudadanos participen activamente en la construcción de su futuro colectivo. Que el 19 de mayo sea el punto de partida hacia una nueva era de progreso y prosperidad para todos los dominicanos.
¡Que viva la democracia dominicana!